Header image
Página de Inicio Mis Escritos

Colección de El Mensajero

Epistolario Mensajes en Audio Biografía
   
 
 

POR QUE NO TOMAMOS VINO

En nuestra Biblia (Reina-Valera 1909), la palabra vino ha sido traducida de unas diez diferentes palabras hebreas y dos griegas. Es por eso que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento el uso del vino es condenado unas veces y tolerado en otras.
Según el diccionario bíblico W. W. Rand, la palabra vino se refiriere unas veces al jugo nuevo de la uva, sin fermentar; otras a la miel de uvas, que se obtiene hirviendo el mosto hasta reducirlo a la cuarta parte; otras al jugo puro de uvas, fermentado, pero sin añadirle licores destilados ni drogas; otras al vino hecho más fuerte por medio de la mezcla de algunas drogas y especias que lo hacen más apetitoso; y en ocasiones también se refiere al producto de la vid en general; así que además de las diferentes clases de vino, y la miel de uvas, incluye a las uvas frescas, secas o prensadas.
El uso del vino hasta la embriaguez siempre ha sido condenado por la Palabra de Dios, y aunque se han hecho esfuerzos para distinguir los vinos inocentes (mencionados en la Biblia) de los embriagantes, debemos tener en cuenta que, fuere cual fuere la aprobación que el uso moderado del vino haya tenido en Palestina, no puede tenerla por igual en un país donde las condiciones del clima son diferentes.
En los países fríos es fácil conseguir vino barato y sin adulterar, y es recomendable tomarlo cuando baja mucho la temperatura, pues al igual que los alimentos grasos, proporciona el calor que el cuerpo necesita. En cambio, en los países cálidos, el ingerir grasas o bebidas alcohólicas perjudica la salud, pues tiende a ocasionar dolencias hepáticas que pueden llegar a ser fatales.
Dios sabe proporcionar a cada uno lo que le conviene. Mientras en Canaán y sus alrededores la vid crecía casi silvestre, en nuestro país (Cuba) fracasa su cultivo, de lo que se puede entender que no es necesario el vino en nuestro clima. Tanto el vino importado como el que se fabrica aquí, casi nunca contiene realmente zumo de uvas; y si alguno se consiguiere de mejor calidad, por ser realmente de uvas, por lo general ha sido también adulterado con alcohol destilado.
El llamado vino seco (o de cocina) contiene tanta, y a veces más proporción de alcohol que otros vinos comerciales, con la desventaja de ser más nocivo y desagradable para beber; en cambio, usarlo para preparar carnes u otros alimentos cocinados no es malo, ya que al exponerlo al calor, todo el alcohol se evapora antes de que el agua comience a hervir.
Ya sea por motivos de salud, o para cortar desde su raíz al vicio, nuestra iglesia prohibe el uso de las bebidas alcohólicas a todos sus miembros, y especialmente a los misioneros (recordemos la solicitud de discipulado); así que si en sentido general el uso moderado de un buen vino no es pecado, para nosotros sí lo es mientras la disciplina de la iglesia nos lo tenga prohibido.
Algunos tratan de justificar el uso del vino apoyándose en la recomendación que hizo Pablo a Timoteo (1Tim.5:23), pero no debemos pensar que Pablo hizo tal recomendación porque el vino sea bueno para curar enfermedades del estómago, sino porque a Timoteo le hacía daño tomar agua debido a un continuo padecimiento estomacal, y Pablo le dijo que, para evitar el tomar agua sola, usara un poco de vino mezclado con el agua, o tal vez en lugar de ella, pero ¿sabemos exactamente a cual de las varias clases de vino se refería Pablo? Es muy probable que fuera vino sin alcohol.
Aunque la recogida de uvas en mayor escala se hacía en septiembre, ya desde junio se podían recoger uvas maduras en Palestina. Los racimos, convenientemente colgados y protegidos, permanecían sin secarse durante todo el invierno, por lo que casi todo el año era posible conseguir jugo de uvas sin fermentar.
Que bueno sería para nosotros que, si tomamos yemas de huevos con vino, echemos el vino a la yema en su propio cascarón, una vez extraída la clara, y no en un vaso, donde puede ser que a alguno «se le vaya la mano» y lo use por más interés al vino que a la yema.

Spmay. B. Luis, P. Baracoa, 1972.